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lunes, 24 de noviembre de 2014

Más allá de Roma: La expansión de un Imperio



OBJETIVO DEL VIAJE


Una de las características fundacionales del concepto de Imperio está en la posibilidad de expansión territorial a través de distintas vías que conllevan entre sí mayor campo de influencia y un crecimiento en su injerencia cultural cambiando valores o dinámicas ya establecidas en las zonas conquistadas. La vía más común en la Antigüedad es sin duda la de la conquista militar pero con el paso del tiempo también pueden añadirse la idea de matrimonios por conveniencia o la de anexión a través de tratados, sin duda la más moderna de todas.  La expansión territorial no solo trae mayor cantidad de recursos al eje de los Imperios pero también permite transitar nuevas ideas y conocimientos que podrán modificar sustancialmente la condición cultural o social de las metrópolis.
Justamente el caso de Roma encaja en este modelo, durante casi toda su historia se caracteriza por un crecimiento de sus fronteras que llevaron a tener contacto con pueblos considerablemente lejanos y finalmente dieron como resultado un tránsito que mercancías pero también de conocimientos, cultos religiosos y modelos filosóficos y literarios que alimentaron la diversidad de la metrópoli y las zonas urbanas de influencia, no en vano las lenguas clásicas son base de buena parte de las lenguas europeas. Roma logró mantener por más tiempo la calidad de Imperio en la zona del Mediterráneo si se le compara con la conquista hecha por Alejandro Magno en el periodo anterior; estas conquistas, sin embargo, no se dieron en tiempos tan cortos como las helenísticas (Grimal, 2000, pp.30).

Las primeras modificaciones en el territorio romano tienen más que ver con una consolidación del corazón cultural, la ciudad de Roma y las zonas aledañas, para posteriormente comenzar una expansión mucho más oficial hacia las demás partes de la Península Itálica y desde ahí ejercer influencia comercial y militar en distintas zonas del Mediterráneo  para en su último periodo, expandirse al norte yendo hacia Europa Central. Esta expansión territorial resulta relevante no sólo en el estudio de Roma pero también es importante para entender la distribución demográfica y cultural de comienzos de la Edad Media después de la división del Imperio y la posterior partición del Imperio de Occidente. Durante esta ruta el principal objetivo será hacer un recuento cronológico de las expansiones romanas y sus consecuencias en otros aspectos del desarrollo de cada etapa de su historia.


DESCRIPCIÓN DE LA RUTA


  1. La ruta inicia, por supuesto, en la ciudad de Roma, particularmente en las colinas que rodean al río Tíber y en dónde la civilización Roma tuvo su origen. Por suerte la ciudad misma es un lugar patrimonial y conserva muchos de los vestigios del periodo romano. El coliseo, las catacumbas, algunos templos y ruinas de baños y otros edificios.
  2. Desde ahí se sube un poco al norte dentro de la Península itálica hacia la región de la Toscana en dónde se desarrollaron los etruscos, vecinos de Roma y una de las primeras regiones de expansión. Durante el periodo monárquico algunos reyes tuvieron un origen etrusco y muchos de los rasgos etruscos permearon la cosmovisión latina.
  3. La tercera parada es la isla de Sicilia donde se establecieron las colonias griegas que fueron también conquistadas por Roma en periodos posteriores a la invasión a Etruria. En la isla también habían pueblos cartagineses que luego serían protagonistas de las Guerras Púnicas.
  4. La ciudad de Cartago está en el número 4 del recorrido y por supuesto se conecta por la parada anterior y es parte de los epicentros de las Guerras Púnicas y eje del reino de Aníbal. Fundada sobre una aldea fenicia, Cartago se erigirá como una de las ciudades más relevantes durante el siglo III y II antes de nuestra era. Es interesante ver como después de su derrota ante Roma y su transformación en una provincia, la ciudad mantuvo una infraestructura importante a la que se sumaron los edificios y las estructuras romanas.
  5. Desde el norte de África el recorrido se dirige a las Islas Británicas, más específicamente al muro de Adriano, construido entre 122 y 132 por Adriano para defender una de las fronteras del norte cara a las invasiones bárbaras de los pictos; declarado patrimonio por la UNESCO en 1987. Originalmente con 117 km, hoy se encuentra incompleto pero conserva importantes trayectos aún en pie.   
  6. El actual territorio de Siria se anexó al Imperio Romano como provincia pero durante el primer siglo de la Era Cristiana tuvieron lugar allí varias revueltas en contra de la dominación romana. Estas revueltas también tuvieron lugar al sur de Siria, en Judea, donde por ejemplo también incursionó en ejército romano en Jerusalén.
  7. La última de las paradas es la actual ciudad de Estambul, capital de Turquía pero interesa acá por ser la ciudad fundada por Constantino (324) a finales de la época Imperial. La ciudad también fue capital del Imperio Romano de Oriente hasta su caída en el siglo XV. 

MAPA DEL RECORRIDO

Mapa del recorrido: Más alla de Roma: La expansión de un Imperio


RECORRIDO EN IMÁGENES



Castillo de Sant Angelo y Río Tiber


Sarcófago Etrusco. Ca. 520 a.C. Museo de Villa Guilia. Roma

Añadir Sarcófago Etrusco. Ca. 520 a.C. Museo de Villa Guilia. Roma




Ruinas de Cartago, Antigua ciudad de Cartago, Túnez


Antigua ciudad de Cartago, Túnez





Antigua ciudad de Cartago, Túnez




El teatro romano de Dougga, Antigua Ciudad de Cartago, Túnez



Coliseo Romano. Roma. Siglo I.



Muerte en el anfiteatro, Coliseo Romano



Localización Muro de Adriano


El muro de Adriano. Reino Unido. 122-132 d.C.


El muro de Adriano. Reino Unido. 122-132 d.C.




 Ruinas romanas en Siria, lugar donde tuvo la revuelta que originó el Imperio de Palmira.



 Retrato del emperador Constantino I. ca. 324-337. Museo Metropolitano de Nueva York.



Armadura romana. Ca. 250 d.C. Museo Real de Ontario Canadá.



Ruinas de la ciudad de Pompeya destruida por el Vesubio en el año 79 



Ruinas de la ciudad de Pompeya 




HISTORIA



Las expansiones de Roma son numerosísimas si se les mira de forma panorámica a través de sus distintas épocas de influencia pero cabe resaltar periodos que podrían llegar a agruparlas. Las primeras, siendo Roma una ciudad-estado, recientemente formada; las segundas, siendo Roma una república entró en guerra con zonas del Mediterráneo hasta dominarlas y finalmente, en el periodo Imperial, Roma se consolida como una fuerza que conquistará buena parte de Europa, el norte de África, Asia menor y la región de Turquía. Es necesario sin embargo pensar la expansión de Roma desde sus inicios en las colinas que rodean el cauce del río Tíber en el centro de la Península; ya para el siglo XVIII a.C. existían en la zona de la colina poblamientos que luego se consolidarían como la ciudad-estado de Roma. El origen exacto sin embargo resulta impreciso, todo el origen de la ciudad está inevitablemente marcado por la historia de los hermanos Rómulo y Remo y es necesario mirar más bien la expansión etrusca y su contacto con los pueblos latinos y sabinos que habitaban las colinas y que serán parte del límite de la expansión.

La sociedad etrusca estaba inicialmente ubicada en la zona de la actual Toscana en el norte de Italia y durante el comienzo del último milenio antes de nuestra era se desarrolló de forma estable pero para el 700 a.C. comenzó un proceso de expansión que se mantuvo hasta el 500 a.C. cuando fueron derrocados por los romanos. El papel de los etruscos es relevante porque será la primera expansión de Roma y porque parte de la monarquía romana tendrá durante el final de su permanencia orígenes etruscos, de quienes también se tomarán algunos conceptos de ingeniería naval que permitirán a los romanos nuevas exploraciones. Soportarán la consolidación de la ciudad frente a posteriores crecimientos y serán una de las influencias culturales junto a las colonias griegas del sur de Italia, la otra zona conquistada. Una prueba de este último elemento es la pintura mural que en términos formales podría incluirse en un estilo Mediterráneo Clásico. Ahora bien, en términos geográficos este periodo tiene dos momentos: el primero, la expansión etrusca hacia el sur desde las zonas de la Toscana hacia el Lacio y Campania en la costa occidental de Italia; posteriormente, el proceso inverso, el territorio etrusco es progresivamente conquistado por Roma sin que por ello desaparezca el pueblo etrusco y por el contrario se fusione parcialmente con los invasores.  Para finales del siglo V a.C. los romanos ya tomaban control sobre la región Etruria y dominaban buena parte de la Península Itálica. Para este entonces Roma ya se consolidaba como una República y sus nuevos cónsules podían ejercer poder ejecutivo fuera de las fronteras estrictas de la ciudad, este podría decirse, es el segundo periodo relevante de conquistas romanas: la de la república y sus anexiones dentro de la península y frente a potencias como Cartago.

De forma paralela a las batallas del siglo V a.C. existían en el sur de Italia colonias griegas llamadas por los romanos la Grecia Magna, un territorio de migrantes venidos de la península griega y que se establecieron allí gracias al floreciente comercio y al permanente contacto con las ciudades-estado griegas. Vecinos también de los cartagineses, conformaron una dinámica altamente influenciada por el Peloponeso y lograron difundir el alfabeto griego y los cultos religiosos en su zona de influencia. Estas ciudades se aliaron entre sí en una suerte de liga y establecieron una defensa relativamente solida hasta la conquista romana. Sus en ciudades estaban ubicadas en Sicilia, Calabria y Salento, e incluso en periodos de menor amenaza establecieron alianzas con Roma sobre el tránsito de tropas. En algún punto del siglo segundo antes de la era cristiana la alianza se vio en detrimento por el avance de Roma hacia las costas del sur y se rompieron los pactos militares trazados con anterioridad. En 282 a.C. cayó Tarento, una de las más importantes ciudades griegas y desde allí comenzó una toma masiva de los poblados griegos que terminaría con el dominio total de Roma si se tiene en cuenta las batallas entre romanos y cartagineses, las Guerras Púnicas.

Un célebre episodio de la historia romana son sus batallas en contra de Cartago de las que Roma salió victoriosa en donde transitan famosos personajes. Cartago se desarrolló primero al sur del África en las costas del Magreb. Se desarrolló aproximadamente desde el siglo IX a.C. y gracias a su floreciente conocimiento naval, pudo tener una influencia fundamental en todo el Mediterráneo Occidental; después de un periodo de reinados un sistema republicano y una estructura urbana superior a la romana y reconocida en toda la región. Para el siglo VI a.C. Cartago inició un sistema de expansión marítima que justamente la llevo a tensiones políticas con Roma y que desencadenarían las Guerras Púnicas, finalizando en 146 a.C. con la caída de Cartago. Así, Roma conquistó nuevos territorios en la actual España, norte del África, Sicilia, Sur de Italia y Córcega.

El episodio más célebre de las Guerras Púnicas es el reinado de Aníbal (247-183 a.C.) en el que se intentó una conquista de Roma desde el Norte de África con una tropa de elefantes que atravesó los Pirineos y los Alpes, y que luego descendió al norte de Italia sin llegar nunca a Roma. Aníbal organizó su expedición militar en la segunda Guerra Púnica después de la muerte de su padre quien fue derrotado en la primera guerra, planeaba desde la ciudad de Cartago embarcar miles de hombres y elefantes de guerra que después de atravesar el Mediterráneo llegarían a las tierras de Hispania e irían hacia el este hasta saquear Roma, sin embargo perdió miles de hombres y la mayoría de sus elefantes a causa de las fuertes condiciones climáticas. Se mantuvo durante un largo periodo pero después de regresar a la ciudad por petición de su senado (el cartaginés) fue derrotado en la batalla de Zama (202 a.C.), fin de la Segunda Guerra Púnica.

Paralelo a la expansión de Roma hacia el Occidente, Alejandro Magno ya había conquistado todo el Mediterráneo Oriental hasta llegar a Asia Central y después de s u muerte se habían dividido en reinos helenísticos que contenían Egipto, Asia Menor, Grecia, Macedonia, Turquía y la Antigua Mesopotamia. Este es el último periodo antiguo de algunos pueblos del este como Egipto y Mesopotamia pero también de Grecia antes de entrar a hacer parte de la larga lista de provincias romanas de las que ya hacían parte Hispania y Cartago. Durante los últimos 200 años antes de Cristo, la república romana tomo también control de la península del Peloponeso y de las zonas que los reinos helenísticos. Este dominio permitió tener un control absoluto sobre el Mar Mediterráneo y todos los pueblos costeros circundantes de la Península Itálica. Estas nuevas conquistas no solo aumentaron el poderío militar que permitía un tránsito mucho más ventajoso para los barcos y las caravanas romanas sino también una gran cantidad de movilidad para las ideas, los productos, las religiones e incluso los mismos habitantes de los pueblos conquistados.

Durante el siglo I a.C. Roma comenzó su transformación en la que podría ser una de las ciudades más cosmopolitas de la Antigüedad, mercancías de todas las tierras dominadas hacían ya parte de los mercados, extranjeros se establecían en la región y nuevas religiones comenzaban grupos de culto. Del mismo modo, la influencia cultural de Roma se hacía sentir con una fuerza abrumadora en los nuevos territorios y las relaciones de intercambio resultaron recíprocas. Las ciudades fundadas y conquistadas por los romanos en estas épocas de expansión tuvieron todas templos y teatros, además de baños y foros de reunión que en muchos casos aún hoy se conservan. Un estilo arquitectónico propio de los romanos pero influenciado altamente por los griegos se hizo presente en todas las zonas del sur de Europa y el norte de África; en periodos más tempranos había un predominio del orden etrusco o toscano que tiene columnas mucho más lisas que sostienen un friso plano, sin decorados y que luego fue reemplazado por apropiaciones griegas de los órdenes  dórico, jónico y corintio, dando como resultado final un orden compuesto que estuvo presente en las zonas de provincia romana pero también en la metrópoli (Bengtson, 1979, pp.163). De otro lado, gracias a la expansión territorial y como elemento de gobernabilidad, el latín, junto al griego, comenzó a identificarse como la lingua franca y muchas de sus palabras y términos fueron adoptados por pensadores de distintos orígenes; aunque no se anuló la inmensa diversidad lingüística del Mediterráneo sí comenzó a existir una predominancia social de la lengua latina sobre los demás idiomas.

Esta expansión es sin duda un punto de quiebre crucial para Roma, pues es gracias a las expansiones territoriales y militares que desde la ciudad se deben pensar nuevas opciones de gobernabilidad y eficiencia hacia la cohesión de todo la región. Las disputas políticas al interior de Roma y las constantes guerras civiles, además de la variabilidad de los cónsules en las provincias, hicieron que a comienzos de la Era Cristiana se consolidara el Imperio y se pasara a nuevo sistema de gobierno unipersonal que tenía como ventaja decisiones mucho más contundentes que se reflejarán en aún más conquistas y recursos que llegaban desde las diversas provincias pero también problemas si se tiene en cuenta el cambiante ánimo de los emperadores y las formas no continuas respecto a la legislación o al manejo de los pueblos limítrofes. 

Fue justo gracias al emperador César Augusto (63 a.C. – 14 d.C.) que comenzó la dinastía de emperadores que así tendrá bajo su control el territorio en su totalidad. Su gobierno comenzó en el año 27 a.C. después de una serie de guerras civiles en las que terminó victorioso y en las que comenzó una distribución social, con supremacía militar y una ventaja que mantuvieron los patricios aunque no todas las dinastías imperiales tengan un origen noble. Esta primera etapa del Imperio es sin duda el periodo de mayor esplendor pues aunque existan nuevas anexiones territoriales, Roma conocerá acá la mayor estabilidad y la llegada de inmensas cantidades de recursos que permitirán el desarrollo de la ciudad y se reflejen en ampliaciones urbanas, consolidación de caminos y fortalecimiento del ejército. Luego de esta primera dinastía vendrán numerosos emperadores menos estables que no siempre son de origen patricio, pero que tendrán en común expansiones al norte hacia la Europa continental antes poco explorada por las tropas.

Justamente desde el comienzo del Imperio Romano hasta su caída es que aparecen en el panorama los pueblos bárbaros que hasta entonces no tenían la misma relevancia aunque ya hubiese contactos anteriores. En los bordes del Imperio Romano había numerosos pueblos entre los que se cuentan los galos, los vándalos, los, pueblos godos y los grupos de pueblos germanos. Todos ellos con un carácter fuertemente militar y una organización donde primaban los clanes que formaban consejos desde donde se tomaban las decisiones definitivas en casi todos los aspectos. Si bien entre ellos hubo numerosos conflictos no hubo uno solo que se constituyera como imperio y comenzara una expansión estructurada por Europa, este rasgos es excepcional en los hunos, que dominaron buena parte de Asia y llegaron a Europa alrededor del siglo IV a.C.

Durante la primera dinastía imperial, la dinastía Julio-Claudia,  ya comenzó una expansión considerable en Europa Central, y para el final del siglo I, la dinastía Flavia también aumento las zonas de control. En los primeros 100 años de la Era Cristiana el Imperio tenía control sobre la totalidad de la Península Itálica e Ibérica, el Peloponeso, el norte de África, Egipto, Asia Menor, el oeste de la actual Turquía (costas del Mar Negro) y Francia (Impact of Empire, 2011, pp. 239). En el periodo del emperador Tiberio se organizó una expedición hacia la provincia de Germania y Calígula posteriormente también organizó expediciones para la conquista de Britania. Durante este mismo periodo se dieron numerosas inestabilidades en las regiones de Siria y Jerusalén que dieron como resultado enfrentamientos armados pero también cambios en la estrategia de gobernabilidad de la región con reformas tributarias, y vigilancia a los reinos de Oriente Medio. Tal fue la cantidad de recursos obtenidos por las diversas provincias, que la ciudad de Roma alcanzó un importante crecimiento demográfico y se comenzaron importantes obras como el Coliseo romano en el reinado de Vespasiano.

El siglo II d.C. será el periodo de mayor crecimiento para el Imperio Romano y uno de los periodos de estabilidad política después del final del siglo anterior, donde los reinados tuvieron cortísima duración. Nerva, Trajano y Adriano darán importantes ampliaciones al Imperio durante este siglo y es en el periodo e Trajano (98-117) que el Imperio romano conoce su mayor extensión. Venció a los dacios y estructuro una conquista hacia el oriente del Imperio, generando un periodo importe de paz para el Imperio (Kelly, 2006,pp.86). Este periodo fue seguido por el reinado de Adriano, que venció en batallas a los bárbaros de Britania y estableció el Muro de Adriano como una estructura limítrofe el noroccidente del Imperio. Mantuvo varias represiones militares con el fin de evitar más revueltas y es el personaje principal de Memorias de Adriano la obra cumbre de Marguerite Yourcenar (Dietrich, 2005, pp. 18). Para este entonces los grupos cristianos tenían un crecimiento importante y durante el periodo de Adriano, hubo represiones en contra del creciente culto.  

El final del siglo II y el siglo III d.C. tendrán inestabilidades políticas y militares considerables, que se reflejarán en un alto número de reinados sin crecimiento en el dominio territorial del Imperio. Con las nuevas magnitudes del Imperio, la toma de decisiones y el comando de tropas en distancias tan lejanas hicieron más difícil la cohesión militar y política. En las zonas limítrofes del Imperio comenzaron de forma constante las invasiones de los pueblos bárbaros y aunque muchos recursos seguían llegando desde los lugares comandados por Roma, no se retomó de nuevo el auge que tuvo en décadas anteriores. Particularmente el siglo III resultó difícil en términos de mantener las expansiones hechas en años anteriores, conocida como la Crisis del siglo III, poderes de corta duración pero de constante aparición, tuvieron lugar en distintas zonas del Imperio y se dieron dificultades en el transporte de mercancías y alimentos lo que afectó profundamente la economía romana y el valor de la moneda. Es justo aquí donde las expansiones comienzan a ver su decadencia frente a las constantes amenazas externas que los llevan a pensar una primera partición del Imperio (especialmente provincias del Occidente del Imperio (Smith, 2013, pp.108). Esta crisis de invasiones, saqueos e inestabilidad comercial y política dio como resultado del Imperio Galo y el Imperio de Palmira, al oeste y este respectivamente. Esto, también considerándose que muchas de las formas bárbaras habían permeado la mano de obra de las provincias lejanas a Roma. Dicha crisis pudo solucionarse a través de la imposición del orden armado a través de los emperadores provenientes del norte del Imperio, en la frontera del Danubio (emperadores Ilirios). Dada la cohesión que se requería el emperador pasa de tener un papel de legislador para dedicarse exclusivamente al emperador general de los ejércitos. Esto presenta otra característica, el Imperio ya no tendrá como una de sus prioridades el crecimiento territorial y será desde este momento que comience una disminución de su influencia y un achicamiento de sus territorios (Furhmann, 2011, pp.52).

Otra ruptura definitiva con las expansiones continuas es la formación de la Tetrarquía, una división del poder en 4 personas iniciada por el emperador Diocleciano. Comenzaba ya a notarse un descontento general no solo de los patricios sino de la población en su totalidad, los recursos se disminuían y los conflictos bélicos se hacían cada vez más comunes. El cristianismo se hizo oficial bajo el mandato que Constantino en 313 y fundó la ciudad de Constantinopla, arrebatando parte del poder centralizado a Roma. Este, podría decirse es el final definitivo de las expansiones y uno de los elementos de la crisis que partirá al Imperio Romano en dos divisiones (Oriente y Occidente) para el año de 395 (Rostovtzeff, 1937, pp.49). Las expansiones, por supuesto, son reflejo de la cohesión en la legislación y en la estabilidad social el Imperio que permitió financiar y mantener el apoyo para su continuidad. Poco a poco los pueblos bárbaros, especialmente germanos, ganaron ventaja y pequeños reinos fueron conformándose en las zonas más alejadas. 



REFERENCIAS


  1. Bengtson, Hermann. El Mundo Mediterráneo de la Edad Antigua. Siglo XXI editores. México DF. 1979.
  2. Dietrich, William. El muro de Adriano. Ediciones B. Madrid. 2005.
  3. Furhmann, Christopher. Policing the Roman Empire: Soldiers, administration and public order. Oxford University Press. Nueva York. 2011. [Recurso electrónico consultado en: http://webcat.uniandes.edu.co/uhtbin/cgisirsi/?ps=UMNXTYG2Ex/GENERAL/59880481/9  18/11/2014]
  4. Grimal, Pierre. El Imperio Romano. Editorial Crítica. Madrid. 2000.
  5. Impact of Empire (organización compiladora). Frontiers in the Roman World. Leiden. Durham. 2011.
  6. Kelly, Christopher. The Roman Empire: a very short introduction. Oxford University Press. Nueva York. 2006
  7. Roberts J.M. Historia Antigua. Blume. Barcelona. 2005.
  8. Roldán, José Manuel. Historia de Roma. Cátedra. Madrid. 2010.
  9. Rostovtzeff, Mijail. Historia Social y Económica del Imperio Romano. Espasa-Calpe. Madrid. 1937.
  10. Smith, Andrew. Roman Palmyra. Oxford University Press. Nueva York. 2013. [Recurso electrónico consultado en: http://webcat.uniandes.edu.co/uhtbin/cgisirsi/?ps=20la5pvGyr/GENERAL/311690034/9 20/11/2014]