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lunes, 27 de octubre de 2014

El Arte Griego: Desprendiéndonos de la Rigidez



OBJETIVO DEL VIAJE 



La diversidad de las fuentes permite analizar la historia de las mentalidades desde innumerables ángulos, estudiar las distintas sociedades a través de productos culturales diversos que permiten dar razón de formas específicas de habitar el territorio y generar relatos de sí mismos. Los documentos escritos son tal vez la fuente más común en la búsqueda de información histórica y, sin embargo, no son el único recurso; las obras de arte y su estudio sistemático (la Historia del Arte como disciplina) utiliza el universo visual de las distintas sociedades como un prisma hacia lo simbólico, lo político y lo social, y aunque el mismo término no se acuñe en todos los pueblos de forma transparente, todos comparten esa producción de objetos y símbolos que hoy llamamos Arte. Todos, de un u otro modo, presentan objetos estéticamente valiosos que permiten a los historiadores traducir e indagar el mundo en el que fueron hechos y las personas detrás de las cuales está su autoría (Gombrich, 2007, pp. 8).
Existe un pueblo especialmente curioso en este aspecto, el pueblo griego, que abarca no solamente las ciudades continentales de la Península del Peloponeso, sino también la isla de Creta y  todas sus colonias, logró influir de forma definitiva en la formación de Occidente. Los valores y las formas visuales de representación marcaron muchas de las bases que hoy aún siguen vigentes y su escuela de pensamiento influyó las mentalidades de toda la tradición filosófica europea. El arte griego goza de esta misma cualidad, sus cánones de representación se convirtieron en dogmas artísticos durante siglos y aunque el Arte Bizantino y Medieval parece alejarse del mundo clásico, en realidad sí establece una conexión con este y lo que produce son lecturas distintas, después del Humanismo Renacentista lo clásico tuvo de nuevo un auge y todavía hoy es ampliamente valorado. Es por esto que este recorrido busca ver a evolución del Arte Griego a través de los distintos periodos históricos de la península y sus zonas cercanas, haciéndolo de forma cronológica. Ver desde sus características formales un reflejo del mundo en el que se elaboraron.

DESCRIPCIÓN DE LA RUTA

1. La primera parada del recorrido es la isla de Creta, más exactamente el Palacio de Cnosos donde florecieron muchas de las expresiones culturales de la civilización minoica. El palacio es lugar de muchos de los mejores frescos y de buena muestra de la arquitectura local.

2. Después de la Creta el recorrido tomará rumbo a la Grecia continental donde hará una parada en Vafio, antigua ciudad donde se elaboraron excelentes muestras de ofebrería micénica (Ver Vaso de Vafio).

3. La tercera parada son las ciudades de Micenas y Tirinto, corazón del mundo micénico y principales ciudades desde donde se desarrolló el trabajo arqueológico de Schliemann desde 1873.

4. La cuarta parada del viaje es la Antigua ciudad de Troya, eje de toda la antigua poética homérica que marco no solo el estudio de Occidente hacia Grecia sino a Grecia misma en su construcción de imaginarios, arquetipos y cultura material. Troya representa el mundo militar griego por excelencia y encarna todo la mentalidad que hoy se investiga.

5. La penúltima parada del recorrido es la ciudad de Atenas, actual capital griega y antiguo ciudad-estado. La parada en esta ciudad es indispensable por dos razones, se encuentran las ruinas de la acrópolis, hecha por Pericles en el siglo IV a.C. y porque además, se encuentra allí el Museo Nacional Arqueológico de Atenas, albergue de muchas de las mejores obras disponibles en Museos Públicos.

6. La última estación es la antigua región dominada por el rey Filipo II, padre de Alejandro Magno, Macedonia (desde la antigüedad).  



MAPA DEL RECORRIDO


Mapa del Recorrido: El Arte Griego: Desprendiéndonos de la Rigidez




RECORRIDO EN IMÁGENES



Anónimo. Fresco de los delfines. Palacio de Cnosos, Creta. Ca. 1500 a.C.


Anónimo. Fresco del salto del Toro. Cnosos. 



Anónimo. Máscara de Agamenón. Oro repujado. Museo Nacional de Arqueología de Atenas. Periodo Micénico.



Anónimo. Kouros (estatua de joven atleta). Ca. 590 a.C. Marmol. Museo Metropolitano de Nueva York




Partenón de Atenas. Siglo V a.C. Marmol. Atenas. 




Anónimo. Venus de Milo (Afrodita de Milo). Marmol. Siglo II a.C. Museo del Louvre, París.



Polidoro, Atenodoro y Agesandro. Laocoonte y sus hijos. Marmol. Siglo I. Museos Vaticanos, Roma. 

HISTORIA



Los habitantes de la Antigua Grecia se remontan a periodos neolíticos donde se establecieron los primeros poblados hacia el 3000a.C. en dos zonas fundamentales: la isla de Creta y el sur de la Península del Peloponeso; ambas se caracterizan por la agricultura organizada, aunque no alcanza la escala de zonas como la Antigua Mesopotamia, y el pastoreo también en escalas más moderadas. Por un lado, la isla de Creta fue referenciada a través de numerosas citas literarias y artísticas hasta que en 1900, gracias a las excavaciones de Sir Arthur Evans (1851-1941) se sumaron referencias más precisas gracias a las investigaciones arqueológicas. Creta es justamente el lugar donde ocurren historias como la del minotauro y su laberinto, la de Dédalo y su hijo Ícaro y la extravagante vida del rey Minos, que da nombre a toda la civilización (Roberts, 2005, pp.118). Es por eso, que ver el palacio de Cnosos o en general la historia de Creta a través del antiguo arte de minoicos resulta tan útil, su arte da paso a la comprensión del ambiente cortesano de los palacios cretenses y permite sumar nuevas precisiones a las fuentes escritas que aún no se descifran. Las pinturas murales de sus palacios, por ejemplo, no solo dan cuenta por la gran afición y el valor cultural de los toros (para entretenimiento y sacrificio), sino también por temas como el aspecto de las mujeres y hombres que habitaron la isla, de sus vestidos, o de momentos de conmemoración colectiva que ahora reposan sobre las paredes.      
La producción de obras se extendió hasta casi el comienzo del periodo de Grecia Arcaica (alrededor del 1.200 a.C.) y tiene características bien definidas: las columnas minoicas por ejemplo, son siempre más gruesas en la parte superior y se adelgazan a medida que se acercan al suelo; la escultura y la orfebrería son más bien escasas y se agrupan el periodo Neopalacial (Mediados del 1.500 a.C. – 1.200 a.C.), la representación humana comparte un cuerpo con una cintura pequeñísima que contrasta con enormes caderas y cuerpos hieráticos. La pintura mural, en cambio, es más abundante y con ejemplos de distintos periodos, generalmente se hacía sobre yeso con diversos tonos que fueron aumentándose con la perfección de la técnica y que en periodos más temprano solo incluyen blanco y negro; se asume que se tomó de los frescos egipcios aunque se diferenció de estos en figuras con mucho más movimiento y temas más naturalistas. Los colores son planos pero siempre muy vivos y muchos de los mejores ejemplos se encuentra en el Palacio de Cnosos, todos los cuerpos se representan de forma lateral, salvo los ojos, que siempre se ubican de frente y los hombres y las mujeres pueden diferenciarse por el color de su piel: Los hombres son de color ocre, las mujeres de color blanco y los muertos de color azul, todos, eso sí, mucho menos rígidos que los cuerpos egipcios. Es la cerámica, sin embargo, el medio más abundante y el más útil para los arqueólogos e historiadores, pues fue gracias a esta que logró dividirse la historia de los minoicos en 4 fases: minoico antiguo, minoico medio, minoico reciente y minoico palacial; diferenciados entre sí gracias a los motivos recurrentes. Primero, motivos geométricos sin referencias naturalistas, luego, peces y pájaros, para el minoico reciente, una variación mayor de plantas y animales y finalmente, en el minoico palacial, una simplificación que reduce motivos a formas geométricas.
Fuera de la isla la evolución de la producción artística resulta aún más interesante porque incluye desde la civilización micénica hasta el periodo helénico, sumado esto a la influencia de Creta, que influyó de forma significativa gracias al comercio y las guerras. El descubrimiento de muchos de los sitios arqueológicos en el área continental se deben a Heinrich Schliemann (1822-1890) que dedicó toda su fortuna a la excavación del sur de Grecia y al descubrimiento de yacimientos del periodo homérico desde 1873. El periodo de desarrollo es similar temporalmente al de Creta y su producción artística está estrechamente relacionada, pues también el mundo micénico puede leerse a través de la tradición literaria homérica. Las ciudades están mucho menos conservadas por lo que sus vestigios son menores pero no por eso de menor calidad en su manufactura; la pintura fue tomada de la isla de Creta y sus patrones de representación son similares aunque su técnica es menos delicada, ese es sin duda un rasgo de diferenciación, hay menos representación de plantas y animales, y muchas más escenas de poder militar o escenas políticas. La cerámica es diversa y por eso es difícil por su estilística asociarla a periodos cerrados y es necesaria datación más compleja, también hay vasijas de marfil o bronce y sin duda, algunas piezas de orfebrería resultan excepcionales: la Máscara de Agamenón o el Vaso de Vafio.
Con la caída del mundo micénico y las invasiones del norte, la Península del Peloponeso tendrá fuertes modificaciones que darán inicio a la Grecia Arcaica entre los siglos IX y VI a.C. La consolidación de las Ciudades-Estado será fundamental en este periodo y el desarrollo comercial marcará una fuerte conexión entre las ciudades y las zonas cercanas a la península. La escritura más desarrollada también permitirá dinámicas sociales más sofisticadas y transmisión de conocimientos más complejos. En términos de arte todo este cambio también produjo objetos con rasgos locales bien diferenciados: en el orden dórico, el más antiguo en la clasificación arquitectónica, las columnas, totalmente inversas a las cretenses, se caracterizan por ser más delgadas en la parte superior y más anchas en su base, el fuste tiene estrías y el capitel es más bien sencillo. Por la nueva estructura urbana, la construcción de templos y palacios fue abundante. La escultura del Periodo Arcaico se caracteriza por ser de mucho mayor tamaño a la del Periodo Micénico y de mayo delicadeza en su manufactura, madera, piedra y bronce a la cera perdida fueron los materiales más utilizados y contrario a lo que se creyó durante siglos, estaba decorada con diversos colores. Usualmente las esculturas podían ser de motivos religiosos para templos o devocionarios domiciliarios o para uso conmemorativo como es el caso de los atletas o las mujeres oferentes (kouroi y kurai respectivamente) (ver imagen 4). Los cuerpos siempre son representados de forma hierática y frontal, algunas veces con un pie hacia adelante, insinuando movimiento y ojos almendrados además de largas cabelleras (Shapiro, 2007, pp.274). Existe arquitectura monumental usada en arquitectura aunque esta tendrá sus mayores muestras en el Periodo Clásico. La pintura tiene diversas referencias escritas en libros y registros históricos pero no se conserva y en general se restringe a la hecha sobre cerámica, siendo esta última muy abundante. La cerámica del periodo arcaico tiene diversos motivos esquemáticos, rígidos y sin proporción naturalista y usualmente viene acompañada de frisos geométricos donde el negro, el naranja y el siena con los tonos principales.
La Grecia Clásica tiene una explosión en términos de Arte y se sitúa temporalmente entre los siglos V y IV a.C. finalizándose con la expansión macedonia. Las ciudades estado alcanzan en este periodo su mayor esplendor en términos culturales pero al mismo tiempo su mayor poderío militar, reflejándose este en las guerras que tuvieron entre sí ciudades como Atenas y Esparta. Paralelo a este convulsionado mundo bélico, las ciudades estado albergaron a personajes como Sócrates, Platón, Pitágoras o Pericles. El arte clásico es sin duda el momento de desarrollo profundo del canon que se mantendrá como parámetro de la educación artística hasta el siglo XIX. La escultura clásica tiene cuerpos menos hieráticos con proporciones ideales que se trabajan principalmente en bronce y mármol, los cuerpos son una absoluta referencia naturalista y existe un uso cuidadoso del modelado para crear cuerpos ideales. Añadiendo a los temas anteriores escenas mitológicas y retratos militares y políticos, la escultura clásica tiene cuerpos menos rígidos con algunos casos de contrapposto (cuerpos ladeados hacia un lado) (Gombrich, 2007, pp. 91). La arquitectura establecerá el orden jónico, que ya se había iniciado en el Periodo Arcaico pero que se establecerá de forma mayoritaria en el Clásico, las columnas con estría y mayor riqueza decorativa que se demuestra en el capitel con volutas y una base más compleja; el mayor ejemplo de arquitectura clásica es sin duda la Acrópolis de Atenas con el templo del Partenón, cuyos frisos se exhiben actualmente en el Museo Británico de Londres. La pintura, aunque poco se conserva, resulta muchísimo más delicada y con figuras de mucho movimiento, los frisos geométricos que bordean las escenas se sofistican aunque la paleta no aumente en sus colores.
El último periodo es el Helénico, marcado por la expansión del reino de Filipo II, padre de Alejando Magno y la posterior conquista de territorio de su hijo, se finaliza a su vez, bordeando el comienzo de la era cristiana con el poderío romano. Heredero del mundo clásico, las conquistas helenísticas llevaron el espíritu griego alrededor de todo el Mediterráneo y a distintas partes de Asia, no obstante, sí se dieron muestras de producción sincrética con características locales en distintos lugares como Egipto y Asia Menor. La escultura es una de los medios más cambiantes durante este periodo, los cuerpos se representan con cabezas más pequeñas, siendo los cuerpos más naturalistas y ojos más pequeños y proporcionados; los cuerpos son muchísimos más libres en cuanto al movimiento, extremidades que se mueven, rostros dramáticos y escenas que hacen referencia a toda la tradición de historias griegas (ver imagen 7). Los frisos por su parte ya alcanzan tallas inesperadas como el del Altar de Pérgamo ahora en Berlín, donde las imágenes se hallan en el podio y no en la parte superior del edificio (Gowing, 2001, pp.53). Y es que estos cambios también se presentan drásticamente en la arquitectura, para el Periodo Helenístico el orden corintio se establece como predominante junto al jónico, un orden se conserva la columna estriada, la base compleja pero añade al capital motivos vegetales de hojas de acanto, producto de la influencia oriental en el mundo griego y 4 pequeñas volutas jónicas, una en cada esquina. Los mosaicos son una de las grandes fuentes de este periodo y serán conservados por los romanos como una de las formas más usadas de representación, las escenas poseen mucho más dinamismo, llegando incluso al drama en ciertos casos y además, se reflejan también en la producción de cerámica pintada y horneada que también imita estos preceptos de dos dimensiones.
Aunque muchas de las obras que se conservan hoy son copias romanas, el arte griego marcó de forma profunda la relación visual de los habitantes occidentales con su entorno y en esa medida es válido hacer un análisis de su evolución.

REFERENCIAS



Angulo Iñiguez, Diego. Resumen de Historia del Arte. Museo del Prado. Madrid. 1981.
Gowing Lawrence (editor). Arte Antiguo y Griego. Folio. Barcelona. 2001.
Gombrich E. H. La Historia del Arte. Phaidon. Londres. 2007
Roberts J.M. Historia Antigua. Blume. Barcelona. 2005.
Shapiro, Harvey. Cambirdge Companion to archaic Greece. Cambridge University Press. Nueva York. 2007 (En: http://catdir.loc.gov/catdir/toc/ecip0618/2006026059.html )